No digo que
el maese Encinas se ponga al servicio de los Chuchos, pero siento que su
personalidad y prestigio estarían mucho más acordes con gente de tendencias
realmente progresistas y democráticas, con una línea de gauche moderna y
dialogante, y no con una runfla bárbara y variopinta que ha cambiado las ideas
por las consignas y que dice representar al “pueblo”, cualquier cosa que eso
signifique.
Entiendo,
por ejemplo, que Gerardo Fernández Noroña renuncie a su militancia perredista
(¿en un acto de congruencia o algo se trae entre manos el Gran Noroñas?). El
tipo ya nada tenía que hacer ahí y lo sabía perfectamente. Como bien dice mi
querido amigo Jairo, se extrañarán sus humoradas y buenas puntadas, pero seguro
encontrará asilo en el PT, en Convergencia o, ya de perdis, en el teatro
Blanquita.
Sin
embargo, me inquieta que Encinas haya decidido quedarse en el PRD, no como un
dirigente que sume esfuerzos en pro de verdaderos avances democrátizantes, sino
como una cuña lopezobradorista cuya función sea la de obstaculizar, la de
estorbar, la de chingar, pues. Esa es mi percepción y me parece doloroso que
don Alejandro se preste a seguir siendo el patiño de AMLO a costa de sí mismo.
Cuando cada
vez más perredistas se deslindan de los delirios egocentristas del líder
iluminado, del presi legítimo, resulta incomprensible que Alejandro Encinas
permanezca ahí, en la boca de un lobo que no se tentará el corazón si en algún
momento considera necesario morderlo y devorarlo.
Ay, don
Alex.
(Publicado en Milenio Diario el 29 de noviembre de 2008)
(Publicado en Milenio Diario el 29 de noviembre de 2008)