martes, 1 de marzo de 2011

Amor y drogas


Hay cosas que uno tiene miedo de hacer en su vida personal y cosas que los gobiernos (o, más claro aún, los Estados) tienen miedo de hacer en la vida de sus países. Aunque se conozca la verdadera solución a una situación sempiterna o a un problema grave, se rehuye a la misma por cobardía y se prefiere seguir en el hoyo o intentar remedios parciales y casi siempre inútiles.
Por ejemplo (1), hay quienes a lo largo del tiempo se empeñan en buscar al amor con personas que saben inaccesibles, imposibles por diversas circunstancias, y en cuanto se les aparece alguien que se muestra como un ser abierto y enamorado, lo rehuyen bajo cualquier pretexto. Miedo al compromiso, podríamos llamar al asunto.
Por ejemplo (2), hay gobiernos que a lo largo del tiempo se han empeñado en combatir al narcotráfico con medidas punitivas y violentas y en cuanto aparece alguien que les muestra que la única salida está en la legalización y el control estatal de todas las drogas, lo rehuyen bajo cualquier pretexto. Miedo al compromiso, podríamos llamar (también) al asunto.
“El amor es una droga”, cantaba Roxy Music en los años setenta. “La droga es amor” creían algunos utopistas en los sesenta. Hay mucho en común entre ambos conceptos (los dos pueden liberar a la mente, los dos nos pueden estupidizar), mismos que han estado al lado de la humanidad desde hace miles de años. Atractivos y repelentes a la vez, amor y droga son en el fondo dilemas filosóficos a los que habría que tomar de frente, como a un toro por los cuernos.
De vuelta al primer ejemplo: alguien maravilloso se te aparece y te brinda la posibilidad de la dicha amorosa. ¿La rehuyes porque tú tienes más de cincuenta años y ella sólo dieciocho? Toma al toro por los cuernos y juégatela.
De vuelta al segundo ejemplo: alguien juicioso se te aparece y te demuestra, gobierno, que puedes resolver el problema de las drogas mediante su legalización. ¿Lo rehuyes porque hay muchísimos intereses en juego? Toma al toro por los cuernos y juégatela.
Hay que romper la inercia.

*Publicado en Milenio Diario el sábado 17 de octubre de 2008.

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